Licht-Wörter como diría Buber son las palabras que nos dan el leitmotiv, la melodía de fondo, de un texto ayudándonos a descifrar la clave de sus metáforas y a estructurar la urdimbre que le da continuidad. Tomemos el evangelio de este domingo 24 y vamos a buscar no ya qué palabras sino qué raíces trilíteras se repiten más y más dispersas y machaconamente se distribuyen por la lectura, tomando la versión estándar de la Peshitta siriaca, accesible por ejemplo en http://www.dukhrana.com/peshitta/
Si no me equivoco, la medalla de oro (7 veces, 7 ¡atención cabalistas!) es la raízܐܒܕ (ebd) con un campo semántico doble: «perder» (un ganado, una oveja, un hijo) pero también «morir» como cuando el hijo adolescentior se muere de hambre entre los cerdos (o sea chanchos, para que nos entiendan por allá).
Destaco en este punto porque, cuidar cabras, ovejas … no era y no es una actividad elegante, pero según las antiguas leyes de Moisés- las mismas que intentaban obedecer los primeros oyentes de Jesús- guardar una piara era propio de los bárbaros más salvajes pues se consideraban animales impuros y, por supuesto, era pecado gordo comer carne de suidos. En el belén de Navidad de la parroquia ponemos una escena de matanza con una figurita que parece un pobre cerdito: eso sencillamente NO es creíble ni realista si el belén desea representar la antigua Belén en la muy conservadora Judea.
Esto lo entiende muy bien, por ejemplo, un público musulmán. Por consiguiente, lo comento aquí porque los que vamos a oír el evangelio no solemos ser de esa feligresía y el detalle estaría posiblemente ya en la propia retórica de Jesús para resaltar ante su audiencia la podredumbre en la que había caído el hijo más joven: mal está que el chico se fuera con cortesanas, lo cual puede ser también una forma de decir que había caído en prácticas idolátricas porque el comercio carnal se asocia con idolatría en la simbología bíblica. De hecho, también las había arrepentidas entre sus seguidores, pero que anduviera con los ingredientes impuros del menú de los gentiles … eso … ¡eso ya era imperdonable!
Volviendo a la olimpiada semántica, la segunda raíz más frecuente es ܚܕܝ (Hdy), asociada al campo de significados de «alegría» o «felicidad» con una frecuencia de 5 veces enfáticamente repartidos entre las cuatro o cinco narraciones de nuestro texto: la oveja, el cielo, la moneda, los ángeles de Dios y el señor con dos hijos.
Obviamente entre «pérdida» y «alegría» aparece algún «encuentro» (raízܫܟܚ) y la «alegría» se refuerza con sus sinónimos de raíz ܒܣܡ. Por cierto, que en árabe moderno tenemos una simpática palabra -«sonrisa»- con esa misma raíz bsm : ibtisaam ابتسام
El resumen de las claves que ayudan a interpretar toda la lectura quizás reside en el último verso, el que contiene todas esas raíces apiñaditas unas detrás de otras:
«El regocijo es porque no lo teníamos
y la alegría porque este hermano tuyo
se estaba muriendo pero VIVE;
estaba perdido y ha sido encontrado.»
O sea que si hay por ahí algún hermanito o hermanita que está cansada de tanta faena en la casa del Padre, habrá que decirle: «¡Sonría, por favor!».