Eso es la 1ª lectura de este domingo 27 de tiempo ordinario, pues Habacuc -como Amós de las dos semanas anteriores- contienen desafíos para el traductor. No voy a ser menos y aquí intento también mi propia versión para enriquecer la ya muy dispar variabilidad de traducciones. Y si no, tomad dos biblias distintas en castellano y ya veréis. La cosa viene de antiguo porque, sobre todo, con el verso 2,4 las clásicas -la LXX griega y la Vulgata latina- van cada una a su aire y distintas entre sí del texto masorético hebreo (y no me ha dado tiempo de ver la Peshitta siriaca: posiblemente da también otra traducción diferente de todas las otras).
Una de las dificultades de ese verso es que contiene en su primera mitad un sujeto omitido en 3ª persona singular que no se sabe muy bien quién o qué es. Veo que muchos interpretan que el verso 2,4 es un aforismo «pegado» por mera conveniencia redaccional a lo que antecede. Por mi parte, lo considero perfectamente en consonancia con las reacciones que suscita la proclamación del acta de lo que ha visto el profeta. Y ello porque la palabra «visión» en hebreo tiene género masculino: es un participio pasivo sustantivado, derivado de la raíz del verbo «contemplar»
חָזָה
En exclusiva, para los lectores de este blog, Habacuc (1,2-3;2,2-4) a partir del texto masorético hebreo:
Saqueo y violencia están ante mí.
Hay riña; pleito se suscita.
«Escrito está lo que se vio,
con claridad puesto sobre tablillas
para que salga corriendo con su mensaje un pregonero.
Ya está el documento en la reunión.
Expondrá un cierto asunto; no mentirá.
Aunque alguien retrase (la llegada de) las tablillas, ¡aguarda el acta!.
Ya vendrá, ya, y sin tardanza.